-
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, que es muy probable.
Pero nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia, nunca me senti tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento como ahora.
Ahora sé que no soy la princesa del cuento de hadas y que no necesito que me venga a salvar un principe azul en un caballo blanco, porque ni soy una princesa, ni vivo en una torre, ni tengo un dragón que me esté custodiando.
Hoy me reconozco mujer, capaz de amar. Sé que puedo dar sin pedir, pero también sé que no tengo que hacer nada. ni dar nada que no me haga sentir bien.
Por fin encontré, hasta ahora, al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, y de equivocarme, de no responder a las expectativas de los demás y hasta hacer algunas cosas indebidas. Y a pesar de ello, sentirme bien.
Y por si fuera poco, saberme querida por personas que me respetan y me quieren por lo que soy, un poco loca, mandona, muchas veces terca. También cariñosa, habladora, besadora, abrasadora y a veces, por algún motivo, triste en el cual pongo mi cara larga y lloro.
¡Que bien no sentir esa angustia permanente que produce correr tras los sueños! Ya aprendí a tener paciencia. El ser humano tarda mucho en madurar ¿verdad?
Hoy sólo sé que nadie es responsable de mi felicidad, sólo yo! Hoy vivo la vida asi como es, bonita, con sus idas y vueltas con sus amores y desamores. Sólo quiero dejarla correr, no quiero pedirle nada, sólo quiero disfrutar de lo que pude construir.
Hoy me doy cuenta que no soy una mujer invisible!
No hay comentarios:
Publicar un comentario